martes, 29 de octubre de 2013

Día 29 - Teresa Wilms Montt



Mi alma, celeste columna de humo, se eleva hacia

la bóveda azul.




Levantados en imploración mis brazos, forman la puerta
de alabastro de un templo.





Mis ojos extáticos, fijos en el misterio, son dos lámparas
de zafiro en cuyo fondo arde el amor divino.




Una sombra pasa eclipsando mi oración, es una sombra
de oro empenachado de llamas alocadas.



Sombra hermosa que sonríe oblicua, acariciando los sedosos
bucles de larga cabellera luminosa.



Es una sombra que mira con un mirar de abismo,
en cuyo borde se abren flores rojas de pecado.


Se llama Belzebuth, me lo ha susurrado en la cavidad
de la oreja, produciéndome calor y frío.




Se han helado mis labios.


Mi corazón se ha vuelto rojo de rubí y un ardor de fragua
me quema el pecho.


Belzebuth. Ha pasado Belzebuth, desviando mi oración
azul hacia la negrura aterciopelada de su alma rebelde.


Los pilares de mis brazos se han vuelto humanos, pierden
su forma vertical, extendiéndose con temblores de pasión.



Las lámparas de mis ojos destellan fulgores verdes encendidos
de amor, culpables y queriendo ofrecerse a Dios; siguen


ansiosos la sombra de oro envuelta en el torbellino refulgente
de fuego eterno.




Belzebuth, arcángel del mal, por qué turbar el alma
que se torna a Dios, el alma que había olvidado las fantásticas


bellezas del pecado original.
Belzebuth, mi novio, mi perdición...





BELZEBUTH
(Teresa Wilms Montt,
escrito en Madrid en 1919)
(Imagenes corresponden al 
Parque de las Esculturas, 
Providencia y
Centro de la capital - Santiago de Chile)





1 comentario:

  1. qué belleza y qué simbiosis entre la palabra y la imagen
    Felicitaciones Carlos
    ten una jornada preciosa

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